En casi todos los asuntos relacionados con procedimientos hereditarios (aunque no es exclusivo de estos), nos encontramos con la existencia de un derecho de usufructo constituido a favor de alguno de los herederos.

¿Qué es un usufructo?

En primer lugar, tenemos que aclarar que es un usufructo y cuáles son los derechos y obligaciones que da. Si hablamos de un usufructo sobre un inmueble (un local o una vivienda, por ejemplo) el usufructo es más que el derecho de uso de ese inmueble, es también el derecho a explotarlo, es decir, a poder sacar rendimiento a través de un alquiler; a su vez, quien tiene a su favor el usufructo, debe asumir los gastos que genere el inmueble, como pueden ser las cuotas de la comunidad de propietarios y el Impuesto de Bienes Inmuebles.

Sobre estos gastos, hay que tener en cuenta que, si hablamos de la comunidad de propietarios o del Ayuntamiento de turno, estos entes reclamarán los impagos al nudo propietario, quien luego reclamará al usufructuario todos los costes que haya tenido que asumir para saldar la deuda.


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Otros modos de usufructo

El usufructo también puede darse sobre otro tipo de bienes: cuentas bancarias, bolsas de valores, productos financieros y participaciones en sociedades. En estos casos, la forma de disfrutar el usufructo cambia respecto a los inmuebles, en cuanto a las diferencias que le son propias a esta clase de bienes, pero la esencia es la misma: que el usufructuario haga suyo el rendimiento que generen, asumiendo el coste de su mantenimiento y de las operaciones que realice con ellos.

Un último apunte para terminar, el usufructo siempre tiene un valor económico, calculado a partir de una regla matemática en la que se tiene en cuenta la edad del usufructuario. Es importante no perder de vista este detalle por dos razones: porque tiene incidencia desde un punto de vista fiscal; y porque es posible cambiar ese valor económico por el derecho al usufructo, o dicho de otro modo, en lugar de ejercer el derecho obtener una cantidad a tanto alzado por él.

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