Ya sea para la obtención de un crédito con origen en fondos públicos (como pueden ser los ENISA) o ante la entrada de un venture capital, de las primeras cosas que te van a pedir son las cuentas de la sociedad.
La fórmula elegida para la financiación de proyectos suele estar ligada a la existencia previa de una sociedad de capital, como puede ser una sociedad de responsabilidad limitada.
Por eso, lo habitual es que tengas un ejercicio económico ya cerrado. Dentro de tu plan de negocio debe estar previsto el momento en el cual constituir una sociedad mercantil, con la que presentarte en el mercando financiero con la antelación suficiente para que resulte atractivo tu proyecto empresarial.
Si te fijas, en algunas convocatorias de financiación pública se habla de empresas de reciente creación, establecen un límite temporal muy amplio desde la fecha de constitución (por ejemplo, en las de la Comunidad de Madrid, el plazo es de 6 años).
¿Cómo hacer que un negocio emergente presente resultados positivos para ser atractivo a la inversión?
La primera opción, y la más obvia, teniendo ingresos procedentes de ventas. Pero si todavía no has llegado a ese punto, porque todavía estás en una fase de desarrollo, hay un mecanismo contable que se denomina inmovilizado de intangible, que permitirá dar resultado positivo a unas cuentas. Explicado de un modo coloquial (simplificándolo mucho para evitar tecnicismos), se trata de llevar el gasto en desarrollo a una partida como activo de la sociedad, como parte de su patrimonio.
Importante: esta maniobra contable debe hacerse sobre determinados parámetros, y tiene sus riesgos. Es vital que la decisión al respecto se tome en función de la proyección de futuro de la empresa y con un exhaustivo asesoramiento en la materia.